Marcus Messner es un estudiante que, admirado por todo lo que empieza a conocer gracias a sus estudios, decide huir del negocio familiar en el barrio judío en el que ha crecido y de la repentina e irracional sobreprotección de su progenitor. Fuera, en ese nuevo mundo, conocerá a una chica tan seductora cómo problemática y se topará con la naturaleza de su propio carácter, bastante rebelde, enfrentándole a las opiniones morales, sociales y sexuales de las personas que comparten escenario con él.
Los dos aspectos en los que se centra la historia (la definición de un lazo familiar, otrora tierno y aparentemente imposible de romper, cada vez más resquebrajado en el momento de la acción y la tragedia) me fascinaron:
La relación paternofilial, basada en un miedo (no tan) irracional de un humilde trabajador por su único y brillante hijo, es tan intensa cómo emotiva, consiguiendo que los puntos de vista de ambos personajes sean totalmente entendibles y sobre todo (y muy importante) naturales y creíbles.
La filosofía con la que se retrata la muerte resulta y la original y trágica descripción del "más allá" crea un efecto abrumador en la mente del lector.
Éste libro captó mi atención desde el momento en que leí de qué trataba. Me decidí a leerlo cuándo supe que iban a hacer la película (siempre intento leer el libro antes de ver la peli, por muchas ganas que tenga de verla o aunque mis expectativas sobre ésta sean altas).
Protagonizada por Logan Lerman, que lenta pero apropiadamente está consiguiendo huir de la odiosa sombra de Percy Jackson, y cuyo mejor papel hasta ahora ha sido el de Corazones de Acero (2014), aquí tiene que lidiar con el rol protagonista. Y dicen que no lo hace nada mal. De hecho, él mismo ha comentado que ha sido un reto y un auténtico honor a la par.
Volviendo a la novela y ya en resumen, Indignación es una lectura sencilla, cercana muy ligera y entretenida de principio a fin.
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